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Mantenerse activo física y mentalmente es una de las mejores formas de prevenir enfermedades y llevar una vida saludable. Pero, ¿qué sucede si sufres una enfermedad crónica? Los pacientes crónicos pueden obtener importantes beneficios para su salud si realizan actividad física adecuada, pautada y supervisada por un profesional sanitario, tal y como demuestra la evidencia científica.

A pesar de los beneficios demostrados, las molestias asociadas a la enfermedad, sumadas al miedo a hacerse daño o al dolor, hacen que muchas personas con enfermedades crónicas sean sedentarias. Además, surgen muchas dudas: ¿Qué ejercicios son seguros? ¿Con qué frecuencia debo hacer ejercicio? ¿Los estoy haciendo bien? La respuesta a estas preguntas la tiene la fisioterapia.

El Colegio de Fisioterapeutas de la Comunidad Valenciana recuerda que el ejercicio físico es esencial para la prevención y tratamiento de múltiples patologías, como enfermedades cardiovasculares, respiratorias, oncológicas y neurológicas, así como diabetes, hipertensión arterial, artrosis, artritis, osteoporosis, Parkinson, asma y obesidad, entre otras.

¿Qué debo tener en cuenta si padezco una enfermedad a la hora de hacer ejercicio?

El ejercicio físico con fines terapéuticos es una herramienta crucial para mejorar la vida de los pacientes, ya que ayuda a sobrellevar los síntomas y a mejorar la salud general. Sin embargo, para evitar lesiones y problemas, antes de comenzar cualquier rutina de ejercicios, los pacientes crónicos deben consultar con un profesional sanitario experto en este campo, el fisioterapeuta. Este profesional le aconsejará sobre qué ejercicios son seguros y las precauciones que debe tomar al realizar actividad física. El fisioterapeuta nos ayudará a:

  1. Establecer metas claras.
  2. Conocer cuál es el tipo de ejercicio más adecuado, así como la intensidad y la frecuencia apropiadas.
  3. Saber cómo se debe realizar el ejercicio de manera segura.
  4. Interpretar las nuevas sensaciones que puedan aparecer y catalogarlas según su implicación en el proceso y su enfermedad.
  5. Conseguir la adherencia al ejercicio.
  6. Hacer un seguimiento y adaptar los ejercicios conforme se avance.

Haciendo un símil, el ejercicio físico con fines terapéuticos es como una pastilla, que tiene una frecuencia y una dosis ajustada a la dolencia. “Al igual que no se toman medicamentos sin el seguimiento de un médico, no se puede realizar ejercicio en pacientes con patologías sin la prescripción y control de un profesional sanitario, en este caso el fisioterapeuta”, subrayan desde el Colegio de Fisioterapeutas.

¿Cómo puede el ejercicio mejorar una afección crónica?

El ejercicio físico con fines terapéuticos, guiado por un fisioterapeuta, permite mejorar la movilidad del paciente, la coordinación, el equilibrio, la fuerza y la capacidad cardiovascular, y no menos importante la capacidad metabólica de los músculos lo que ayuda a numerosos procesos fisiológicos, inmunitarios y cognitivos. Además, ayuda a prevenir lesiones, disminuir o eliminar el dolor, restaurar la función articular y muscular y mejorar el estado de salud en general.

Un programa completo incluye ejercicio aeróbico, de flexibilidad y de fuerza. Todos ellos reportan importantes beneficios para la salud de los pacientes crónicos. Aunque debe seguirse una pauta aprobada por el fisioterapeuta según cada caso, a continuación se detallan algunas consideraciones generales:

Ejercicios aeróbicos. Ayudan a mejorar la salud cardíaca y a controlar el peso. Están especialmente recomendados para personas con enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes, obesidad, cáncer y salud mental.

Ejercicios de fuerza. Retardan la pérdida de fuerza muscular asociada a las enfermedades, ayudan a mantener las articulaciones estables y mejoran la resistencia, facilitando las actividades diarias. Se aconsejan especialmente para personas con asma, dolores de espalda, artritis, cáncer, enfermedades cardiovasculares y trastornos mentales relacionados con la percepción corporal, como la anorexia y la autoestima (depresión). Además, mejoran la fisiología general gracias al efecto metabólico en el músculo estriado.

Ejercicios de flexibilidad y de equilibrio. Ayudan a mantener una amplitud óptima de los movimientos en las articulaciones, permitiendo que funcionen mejor; y los ejercicios de estabilidad pueden reducir el riesgo de caídas. Están especialmente indicados en pacientes con demencias, artritis, dolores de espalda y en personas mayores. 

La evidencia respalda que cuando un paciente acude al fisioterapeuta para hacer ejercicio guiado, los resultados a medio y largo plazo son muy satisfactorios, consiguiéndose grandes mejoras en la calidad de vida de estas personas.

Así pues, dar el primer paso está en nuestra mano. Empecemos a movernos, con seguridad clínica, aconsejados por un fisioterapeuta.


Artículo escrito por el Ilustre Colegio Oficial de la Fisioterapeutas de la Comunidad Valenciana


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